jueves, 19 de junio de 2008

El viejo mito de los malos entendidos

En realidad, ¿Qué es eso de los malos entendidos? Es verdad, se puede observar en las situaciones más cotidianas de la vida que las cosas que uno dice no siempre llevan a los efectos que uno se proponía. Me refiero a esos casos en que se le dice al otro: “Usted me entendió mal”, cuando lo que debería decir es: “Usted ha entendido deliberadamente lo que quiso”.
La expresión “mal entendido” pretende aludir a que ciertas palabras o acciones son entendidas e incorporadas por el otro pero, por alguna misteriosa razón, su significado fue transmutado en la mente del otro (acá *el otro* es aquel al que las palabras son dirigidas. Por ejemplo en: - “siete cafés y un agua, por favor” *el otro* es el mozo, en cambio en: -“¿el agua que pidió es con gas o sin gas?” *el otro* es Blancanieves) . Hoy en día nadie es tan inocente como para creerse semejante cosa (Aclaración idiomática: "inocente" es un adjetivo queactualmente se usa solo para referirse a alguien bastante estúpido).
Ahí va lo que sucede en realidad: aquella persona que funciona como receptora (*el otro*), ha entendido excelentemente sus palabras, pero ha decidido (inconscientemente o no ¿Qué importa?) variar ligeramente su significado para apuñalarlo a usted por la espalda y exprimirle sádicamente todo el jugo de su interior en uno de los actos de violencia más infames que ha generado el intelecto humano. No creo estar exagerando, propongo un ejemplo:

En un tren de TBA, una cálida mañana matinal, al atardecer de un jueves a las 14 pm.
Uno: - Señora, ¿quiere el asiento?
El otro: - ¡Usted es un descarado! ¡Yo soy una mujer mayor!
Uno: - ¿Cómo? Pero, por eso mismo…
El otro: - ¿Por eso mismo? ¡Estos muchachos de hoy! Se piensan que por ser jóvenes pueden hacer lo que quieren con la gente. Eso del respeto ya es viejo, en mis tiempos no era así, para lo único que una levantaba la voz era para ofrecerle a alguien su asiento...

Quien diga, "¡Pero que situación más irreal y tirada de los pelos!" se está olvidando seguramente de que algo muy parecido le sucedió no menos de dos veces el último mes y le sucederá no menos de cinco hasta que acabe el año. Y casi todo el tiempo aparecen variaciones más sutiles, más delicadas, desdibujadas, puestas fuera de foco. Estas cosas sí existen, pero llamarlas ligeramente "malos entendidos" es no comprender su monstruosa naturaleza.
Así es que, vamos a decirlo, en general, la gente es como una trampa para osos: uno pasea por el bosque y en la mayor parte de los casos, sale ileso. Ahora, si se le ocurre pasar cerca de esa cosa metálica con dientes filosos, cubierta cuidadosamente con ojas secas, y accidentalmente accionar el pestillo que libera el resorte ¡zakh!. Eso es lo que ocurre cuando uno elige las palabras justas en el momento justo y ante la persona adecuada (decir "la persona justa" hubiese sido algo reprochable) y acciona el temido mal entendido. Si pueden ser usados estos artificios para el bien o han sido creados para el mero goce con el displacer ajeno, es algo que puede responderse cada uno en su casa, o preguntarle a sus padres que gustosamente discutirán con ustedes acerca de estos temas luego de la cena. Por otro lado, si a alguien se le ocurre una manera de combatirlo, que la comparta. Por mi parte se me ha ocurrido que con un palo con unos clavos en la punta puede ir bien, pero se aceptan otras sugerencias!

1 comentario:

Thalisen Taurwen dijo...

“Usted ha entendido deliberadamente lo que quiso” es una buena frase. Voy a empezar a usarla.